La Biodiversidad: Una historia apasionante por conocer



"Sólo conocemos dos de los 15 millones de especies que se estima existen en el planeta".

Éste es uno de los mensajes con los que intentamos contagiar nuestro entusiasmo por el planeta, una de las frases que hemos elegido para dar contenido a la Campaña "Habla de Biodiversidad".


Desde la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino, les decimos a los ciudadanos que detrás de la biodiversidad hay historias apasionantes que vale la pena contar, en Facebook, en la calle, en la escuela…

Algunas son anecdóticas, como aquella que nos descubre que los peces oyen a través de su cuerpo. Otras, que a menudo permanecen ocultas, son las historias importantes. Aquellas que nos recuerdan los enormes beneficios que nos reporta la biodiversidad. Por ejemplo, que en España, los espacios naturales captan el 18 por ciento del dióxido de carbono emitido por los españoles; que el plancton –que mide menos de 1mm– produce tres cuartos del oxígeno que respiramos y absorbe un cuarto del dióxido de carbono que emitimos; que con unos 15 kilos de residuos orgánicos se puede producir un litro de biocombustible o que somos una potencia en agricultura ecológica.

Y es que Naciones Unidas declaró 2010 como Año Internacional de la Biodiversidad para sensibilizar a la población mundial sobre la importancia de conservar en buen estado los espacios naturales, las especies de flora y fauna y el funcionamiento de los ecosistemas que tan valiosos servicios nos procuran de forma gratuita.

Si hablamos de biodiversidad damos el primer paso en busca de su significado y su conexión con la economía, con la salud, con nuestro bienestar. Entendiéndolo, damos el segundo paso para sostenerla. De ahí el valor de este número especial de Ambienta, dedicado a un año señalado como el 2010 y, por tanto, a rescatar el valor social, económico y cultural de la biodiversidad.

Todos los que trabajamos en torno al medio ambiente –gestores, expertos, voluntarios de organizaciones no gubernamentales– tenemos la misión de mejorar el conocimiento del patrimonio natural y promover modelos de gestión que armonicen su conservación con la generación de empleo, riqueza y bienestar en el conjunto de la sociedad.

En nuestros diez primeros años de vida, desde la Fundación Biodiversidad hemos procurado trazar un camino coherente con esta misión, en estrecho vínculo con las administraciones, los defensores del entorno y los emprendedores.

Sabemos que los ecosistemas terrestres y marinos, las especies que los habitan y sus estructuras genéticas en continua evolución son responsables de la provisión de un buen número de servicios ecológicos que mantienen la vida en la Tierra, regulan el clima, la calidad del aire y del agua y que nos proporcionan alimentos, fibras, energía, medicinas y otros recursos estratégicos para la sociedad.

Mantener una base suficiente de capital natural es una condición necesaria para que los ecosistemas sigan suministrándonos esos servicios vitales que son tan difícilmente sustituibles. Sin embargo, los seres humanos nos enfrentamos ya a los graves peligros que la pérdida de la biodiversidad plantea. Y el cambio climático no hace más que exacerbar el problema.

De ahí nuestro decidido apoyo a la organización de la Conferencia de la Presidencia Española de la Unión Europea "Meta y visión post-2010 en materia de biodiversidad: El papel de las áreas protegidas y de las redes ecológicas en Europa", que se celebró en Madrid, durante el pasado enero. Allí, gestores y expertos insistieron en la vigencia del reto de detener el ritmo de pérdida de especies.

En este sentido, las conclusiones –que tomaron forma en un documento llamado las "Prioridades Cibeles"– animan debates sobre las posibles soluciones que puedan tomar forma en una activa política europea que ponga freno al deterioro de la biodiversidad y proteja los servicios ecosistémicos, con metas concretas para el nuevo horizonte 2020.

Las "Prioridades Cibeles" incluyen, además la recomendación de integrar las necesidades de conservación y uso sostenible de la biodiversidad en el desarrollo y aplicación de las políticas sectoriales y, por tanto, crear las condiciones para que aquéllos que participan directamente en la gestión del territorio puedan tomar iniciativas concretas de conservación.

Son las comunidades locales las que pueden acercar a todos los actores interesados a la toma de decisiones políticas. La acción en pro de la biodiversidad surgirá de la participación desde la base de la sociedad; en esa dirección podrán plasmarse, también, las oportunidades económicas que ofrece la preservación del patrimonio natural. Los representantes europeos reunidos en Madrid propusieron, justamente, que esta participación "de abajo a arriba" sea el comienzo de una nueva era para la conservación de la biodiversidad en Europa.

Trabajar en red con las comunidades locales y fomentar las experiencias que promueven intercambios de ideas entre todos los actores posibles nos permitirá hacer una efectiva aportación hacia una meta europea post-2010 ambiciosa y realizable.

Estamos en marcha. Este emblemático 2010 nos proporciona, además, la ocasión de volver a proponer la integración efectiva de la biodiversidad a las políticas agrícolas, pesqueras, de energía y de transportes, a las acciones cotidianas y a nuestro vocabulario, para que "conservar" no sea el único verbo que se conjugue con biodiversidad.

Enviado por: Ana Leiva Directora Fundación Biodiversidad